Tras la ordenación urbana efectuada para adecentar y cualificar el entorno de la catedral, surge la necesidad de revitalizar la zona con el proyecto de un hotel. El solar escogido para ello pertenece a unas bodegas locales, hoy día se encuentran en estado de ruina lo que hace necesario su inminente reparación urbana debido a su posición estratégica.
Siguiendo el esquema de establecer conexiones entre los diferentes puntos del lugar, y a su vez ser consecuente con el contexto urbano presente, el de centro histórico, el hotel se fundamenta en dos ideas: crear una transparencia tanto física como visual entre la plaza de la catedral y la plaza de las bodegas, y ser respetuoso con la presencia de la catedral y las edificaciones existentes.
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El hotel consta de dos piezas edificadas separadas por un gran vestíbulo acristalado que permite esa permeabilidad entre las dos plazas. El vestíbulo articula la conexión en planta baja de las dos piezas, en planta alta esta se consigue por medio de pasarelas. El desarrollo de las habitaciones se hace en dos plantas y la planta baja se destina a otros usos tanto públicos como privados. En planta sótano se encuentra el aparcamiento que resuelve el siempre complicado problema de estacionamiento de vehículos en el centro de la ciudad.
El programa además del sistema básico de alojamiento responde a la necesidad de plantear diferentes espacios relacionados con las bodegas, como son una sala de exposiciones de las bodegas y el salón de degustación del vino. La sensación de entrada en el hotel es de amplitud. La planta baja es diáfana y a medida que se avanza en altura hay un juego espacial de volúmenes que crean espacios abiertos y cubiertos alternativamente.
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